viernes, 30 de marzo de 2012

Tuesday People

   
    Mis ataques de asma y mis gripes me alejaron de las filas de batalla por un tiempo. Pero un nuevo mes  inició y a Dios gracias, pues no tardaron en manifestar sus bondades, otorgándome salud y el privilegio de volver junto a la Dra Rosell y el equipo de lectura, a la tan activa y cambiante sala de trauma shock. Éramos todos unos personajes de los martes (esto me recuerda al éxito de librería "Martes con mi viejo profesor" donde maestro y alumno se consideraban "tuesday people") una de esas tarde, cuando nos presentamos a nuestra labor tan pulcramente vestidos, se nos dio la oportunidad de compartir con los más pequeños del pediátrico, esas ternuritas del oncológico. No fue fácil ver como niños de tan solo 4 años y hasta de menor edad sufrían los estragos de un tan odiado cáncer. 

    Entre niños con tapa bocas se paseó nuestra maleta azul en ésta oportunidad, aunque debo confesar que esta vez fue poco lo que leímos pero mucho lo que reímos. Fue la misma Dra Rosell quien repentinamente se encontró jugando con legos y muñecos junto al pequeño Ronald en la "escuelita" (lugar donado por Empresas Polar al área de oncología, la cual se encuentra muy bien dotada de materiales didácticos y un sin fin de juguetes para hacer más amena la estadía de los niños) donde trabajan un grupo de maestras encargadas de sembrar en esas pequeñas ternuritas, las semillas del conocimiento. 


   Aconteció entonces, que en esa tarde de martes dejamos de ser quienes llevaban una terapia, para convertirnos en quienes la recibieron. Entre risas y juguetes pasamos una linda tarde junto a Nataly (la pequeña artista de la clase) Said (un bebé de 4 años que no podía creer como nosotros siendo tan grandes y con batas blancas estábamos ahí, haciendo y deshaciendo con sus juguetes), Ronald (el más travieso y extrovertido de todos, que aceptó leer conmigo sobre los animales si prometía jugar con el luego). Recuerdo que mientras la Dra Rosell jugaba con él a construir castillos, casas y todo ese tipo de cosas que solo a un niño se le pueden ocurrir, ella sutilmente interrumpió el juego diciendo que era hora de leer un poco, pero la  tristeza de Ronald no tardó ni tres segundo en hacerse notar, más accedió a leer solo por un ratito.  Cómo podría uno resistirse ante esas tiernas caras que pedían jugar, jugar y seguir jugando Ah??!! 



lunes, 5 de marzo de 2012

No habían pasado ni 12 horas...

...cuando ya quería volver, pero corrieron muy lentamente los días  que me alejaron del hospital. Gabriellys ya no estaba, pero fue ese martes cuando conocí al valiente Ángel Rodriguez de 14 años.
  - Yo estaba en el liceo!- me decía entre risas
  - ¿y cómo es que en tu liceo ocurren esas cosas? Tu como que estabas en otras andanzas!... le repliqué en tono bromista.
- Síi! En serio... estábamos jugando futbolíto, era un día normal, pero luego los fuertes ruidos y eso gritos nos sorprendieron a todos en el patio...empezamos a corre de un lado a otro, fue muy rápido muy ráapido! -me decía con sobresalto. 
Fue entonces mientras corría buscando un lugar seguro para esconderse, que esa bala perdida se topó con su pierna derecha, Ángel me contó que no se había percatado que sangraba hasta que un profesor se acercó para ayudarle. Al llegar al hospital los médicos tuvieron que hacer una reconstrucción de la arteria femoral; y lógicamente estaría ahí por más de un mes... y al instante aparecieron en escena los libros para convertirse en sus cómplices. Como no podía jugar al fútbol, deporte que tanto le gustaba, decidió escuchar las narraciones de "La Vinotinto: pasión de pocos, delirio de millones" bajo la enardedcedora pluma de Hans Graf y Javier Manniti, que compilaba los triunfos y derrotas de esta aguerrida Vinotinto. Claaaaro! no pudimos terminar el libro ese día (por más que hubiésemos querido) pero nos dimos cita para el siguiente martes, el cual llegó en menos de lo que canta un gallo. Aún recuerdo que paramos la lectura en el momento en que nuestra vinotinto se peleaba con Uruguay por el quinto puesto en la tabla de clasificaciones, y tenían a todíiita Venezuela ilusionada con un repechaje que nos diera luz verde de soñar con una primera participación en el mundial de fútbol.

 Lamentablemente Diciembre llegó y junto a el los días festivos que me separaron del hospital, de Ángel y nuestro tan deportivo libro. Cuando volví en Enero ya el no estaba, más supe por aserción de una enfermera que le habían dado el alta médica unos días antes del 24 (Sí! Navidades). Estoy segura que Ángel estará asistiendo muy puntualmente a las terapias, para recuperar la movilidad de su pierna y volver pronto a tocar un balón... y seguir soñando con portar algún día no muy lejano una franela vinotinto que lleve un 9 y diga "Rodríguez" sobre sus hombros.